Al final y viviendo el 8°verano italiano, me di cuenta de la realidad. Entre mayo y setiembre, Max, yo, Lunita y ahora también Maia, vivimos una doble vida.
Dos lugares, dos casas, un poco de ropa alla y otro poco acá. Un departamento en el tercer piso en la ciudad donde vivimos la responsabilidad del trabajo, el calor y la cotidianeidad; y una casa con jardín en el mar donde lo cotidiano se traduce en el placer de descansar, leer, comer, ecc.
Siempre así. Desde el 2002. Con partida establecida el viernes (nosotros y libros, revistas y periódicos inclusos), no importa a qué hora (lo hicimos desde las tres de la tarde hasta pasada medianoche), todo con tal de disfrutar el despertarnos al menos dos días en la semana y correr a desayunar a algún barcito en la playa.
No importan las corridas y las renuncias que esta doble vida nos impone. Lo disfrutamos y con ella ahora mucho, mucho mas que antes!Gracias a Zia OlgadiCairo por las fotos!
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