Cada uno es comunicador y periodista.
Escribimos crónicas de cosas que nos pasan, columnas de opinión, chismes, hablamos de política, a veces de economía...
Somos editores de un periódico en el que las pausas de edición nos pertenecen.
Editores de un periódico en el que nos pertenece también la línea editorial, decidimos hacerlo algo personal, algo contra el mundo que nos golpea, algo político, algo profesional, y no hay quien nos dirija ni nos ordene.
En estas líneas no compartimos espacios, somos estrellas y protagonistas de un film, somos egoístas y egocéntricos, creemos -y sobretodo esperamos- que todos apoyen las cosas que decimos, que todos nos crean, que sean felices por nosotros si estamos bien y que estén mal si estamos tristes, y muchas veces hasta creemos que levantarían las armas por una causa que YO editor creo justa.
Pero como los periódicos y los editores reales, no somos ni podremos nunca ser objetivos, no podemos creer de tener siempre la razón tan solo porque somos nosotros los que escribimos la historia, o porque alguno que otro nos expresa, a la distancia, el apoyo a nuestra justa (?), pero discutible causa.
Y todo, porque en este medio, lo que predomina es el deseo de exposición, de ser un poco o la Jennifer Aniston en un caso, o la Paris Hilton en otro, de la situación.
Y si, somos todos editores, pero la objetividad y el valor para asumir las consecuencias que nuestras palabras provocan, es un valor de pocos.
Y por suerte en esto si soy objetiva, en tener en claro que no siempre estoy en ese grupo selecto de la objetividad!
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