Friday, February 29, 2008
posted by marquiroga at 7:49 AM

Una llamada al teléfono de alguien que no llama casi nunca, y la frase, esa frase terrible que sabemos que un día llegará: Marce, Tengo que darte una mala noticia. Y ahí entendes miles de cosas, y se siente el mundo que cae en pedacitos, tu mundo, ese que parece perfecto, ese que nunca lo es del todo a pesar de las apariencias.
Después de un poco de esa angustia que apareció como un maremoto inesperado que ahoga, llega la calma. La calma de pensar que ahora seguramente está mejor que en los últimos dos meses y medio. La calma que nadie y menos una persona con la increíble energia que el tenía puede estar bien en las condiciones en la que estaba. Esa de saber que el domingo a pesar de su confusión, de no poder ni siquiera pronunciar una palabra, me escuchaba con atención cuando le hablé por teléfono, me entendió cuando le dije que su esperada nietita ya había nacido y me regaló una sonrisa cuando escuchó el llanto de Maia.
Quien sabe quizás quiso esperarla antes de irse, para dejármela como recuerdo, para que me quede siempre esa frase que me decía en los últimos meses: "Cuidá mi nena".
La cuidaré. Le hablaré de su abuelo aventurero, inquieto, ansioso, ese que todo lo podía. Le contaré de los paseos a caballo, de los chocolates con churros de los domingos a la mañana, de las lecciones de manejo a los 11 a
ños, de tus compotas de manzana, de cuando me tuviste en penitencia en segundo año por las 5 materias que me llevé a diciembre y que aprobé ese mismo mes gracias a tu insistencia, de tu ansiedad el día del casamiento y millones de cosas que me dejaste como herencia: las alas, el buen sentido, la fortaleza, las ganas de probar aunque parezca imposible.
Qué más que eso puede querer una hija?
Muchos Muchos Besos Papi...

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