Thursday, September 21, 2006
posted by marquiroga at 5:10 AM

De chica, y no tanto, coleccionaba los billetes capicúa. Eran esos numeros que se leían iguales desde el inicio y desde el fin. Alguien (seguramente mi hermano Daniel) me habia dicho que si al subir al colectivo te tocaba uno de esos, te traian suerte. Entonces había tomado como regla el mirar el boleto cada vez que el chofer me lo daba a cambio de algunas moneditas, sobretodo cuando mis nervios estaban por las nubes porque la tarde anterior había dado 80 vueltas a la manzana en bicicleta con hermana, primos, vecinos, compañeros de la escuela, y de los libros nada.... Y si era capicúa, le destinaba la sonrisa y el pensamiento del "por hoy me salvé". No recuerdo detalles, pero el solo hecho que siguiera fiel a la búsqueda me indica que nunca me fallaron en las previsiones. No se cuántos fueron los años que los coleccioné, pero si me acuerdo que llegué a tener mas de 30, y por ellos sentía que habría tenido suerte por el resto de la vida (y si hago un rapido paso por estos 36 años creo que de suerte tuve, y mucha!).
Hoy no se cómo fue que me acordé, y como tantas otras cosas, lo anoté en mi lista mental de las cosas que me gustaría buscar cuando vuelva a casa (que, al final nunca busco)...
Pero, no habrán terminado dentro de una bolsa en el basural en una de las tantas limpiezas de papelitos que hice en mi vida? O seguirán escondidos en una vieja -viejísima a este punto- caja de zapatos de cuando todavía usaba el n. 34?

Qué sorpresa ahora al buscar en el sabio Wiki, y encontrar una foto casi exacta de los tantos boletos que tenía en mi colección! (con la diferencia que los cordobeses eran solo blancos).

Los boletos de bus de este tipo fueron reemplazados en Argentina por otros electrónicos, mas modernos, a mitad de los '90, y me pregunto si el motivo es que muchos habíamos ya perdido ese cosquilleo de "suerte en llegada" cuando nos tocaba un capicúa, todo por culpa del único presidente argentino con un apellido que se leía igual desde el inicio y desde el fin: MeneM.
Después de eso, el capicúa no nos traería nunca mas suerte!

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